Coquito
Cáceres” era un personaje que deambulaba por la noche santiagueña con
su guitarra y su cigarro en chala que, a la hora que llegaba al Rincón,
ya venía con algunas copas de más y hacía su entrada triunfal entonando
grandes versos que luego perduraron en la memoria de los habitués
Por Roberto Vozza
Para las tres ultimas generaciones de santiagueños, hablar de “Coquito”
Cáceres y de su bohemia guitarrera y poética es una novedad. Para
aquellos que pasamos el medio siglo de vida, su nombre forma parte del
folclore ciudadano vuelto personaje y por ende sigue siendo inolvidable e
irrepetible.
Muy poco se puede referenciar puntualmente de él. Se dice que a mediados del siglo pasado llegó desde su pueblo natal que habría sido en la provincia de Buenos Aires para formar parte de un espectáculo denominado “100 guitarras”. Pero comentan que fue tal su mala fortuna, que “ovillado en el alcohol” como refiere la zamba que a él le dedicaron, se cayó en la desaparecida acequia de la Avenida Belgrano y su traje blanco con el que se acordó debian llevar los integrantes de esa numerosa formación de músicos en la actuación prevista quedó amarronado y sucio. Coquito se vio por ello impresentable para actuar; pero aquel episodio le marcará la decisión de permanecer desde entonces y hasta su muerte en suelo santiagueño.
Y asi comenzó a deambular por la noche con su guitarra y su cigarro en chala, con la consabida parada en el desaparecido “Rincón de los Artistas” de la entonces calle Tucumán, para entonar estrofas o recitar antiguos poemas gauchescos que habrían de perdurar en la memoria de los concurrentes a aquel salón donde el folclore se engalanaba con la presencia de artistas populares.
Su propietario, don Pedro Evaristo Díaz, protector de los humildes musicos y poetas que allí se refugiaban, habría de darle albergue y cuidar a Coquito con el paso de los años en su casona de Avda. Moreno casi Alsina.
Muy poco se puede referenciar puntualmente de él. Se dice que a mediados del siglo pasado llegó desde su pueblo natal que habría sido en la provincia de Buenos Aires para formar parte de un espectáculo denominado “100 guitarras”. Pero comentan que fue tal su mala fortuna, que “ovillado en el alcohol” como refiere la zamba que a él le dedicaron, se cayó en la desaparecida acequia de la Avenida Belgrano y su traje blanco con el que se acordó debian llevar los integrantes de esa numerosa formación de músicos en la actuación prevista quedó amarronado y sucio. Coquito se vio por ello impresentable para actuar; pero aquel episodio le marcará la decisión de permanecer desde entonces y hasta su muerte en suelo santiagueño.
Y asi comenzó a deambular por la noche con su guitarra y su cigarro en chala, con la consabida parada en el desaparecido “Rincón de los Artistas” de la entonces calle Tucumán, para entonar estrofas o recitar antiguos poemas gauchescos que habrían de perdurar en la memoria de los concurrentes a aquel salón donde el folclore se engalanaba con la presencia de artistas populares.
Su propietario, don Pedro Evaristo Díaz, protector de los humildes musicos y poetas que allí se refugiaban, habría de darle albergue y cuidar a Coquito con el paso de los años en su casona de Avda. Moreno casi Alsina.
Ovillado por el vino
tu canto eriza la noche
y al escuadrón guitarrero tu voz
con el lucero lo esconde.
Y al escuadrón guitarrero tu voz
con el lucero lo esconde.
Con estos descriptivos versos de su personalidad, el poeta Marcelo
Ferreyra ( Cola i’ Gallo en el ambiente) se inspiró para dedicarle esta
“Zamba para un bohemio guitarrero”, a la que aportó su sensibilidad
musical Carlos Carabajal.
“Coquito” era de baja estatura, pelo encanecido, con visibles arrugas en
la frente y el rostro mas su voz aguardentosa al hablar y cantar, que
le conferían, ya bien entrado en edad, esa particular semblanza del
personaje bohemio que convocaba a la diversión de quienes lo rodeaban en
la calle siempre con su modesta guitarra a la que un día, dijo “tuvo
que venderla para comprar cuerdas”. De alli que de boca en boca, como
ese gracioso dicho, se fueron conociendo presuntas anécdotas que hoy la
memoria puede rescatar.
Guitarrero enamorado
abrazao' a la pobreza
miras del cielo llorando el ayer
las estrellas con tristezas.
Miras del cielo llorando el ayer
las estrellas con tristezas.
Una de las mas graciosas que se le recuerda fue aquella cuando antes de
interpretar un tango dijo: “Quiero contarles a ustedes esta hermosa
historia… Una historia de amor… Cuando Carlos Gardel vino a actuar a
Santiago conoció a una santiagueña con la que mantuvo un breve romance.
Luego se fue y nunca mas volvió sin saber que habia gestado un hijo…
Señoras y señores, voy a cantar de Le Pera y mi papá… “Volver”
Solito como la urpila
Coquito Cáceres canta
canta pechando la pena en su voz
de su bohemia atormentada.
Canta pechando la pena en su voz
de su bohemia atormentada.
Solía decir que Leo Dan era “su hijo” artìstico, por cuyo motivo
interpretaba “Adios a las penas” del gran baladista santiagueño…O
proponia hacer escuchar una canción en frances de su autoria titulada
“Tu corazón es un témpano de yelo” y cuya letra decia… “ Ra taf taf taf
taf taf… Meau… Meau… Meau…
Tu canto beben las calles
de mi pueblo santiagueño
cuando el silencio se hace soledad
y la noche ata el sueño.
Cuando el silencio se hace soledad
y la noche ata el sueño.
En folclore, una de sus zambas preferidas para cantar en cualquier
esquina o bar de Santiago era la famosa “ Angélica“- Pero él la
pronunciaba “ARGELICA”… y en medio de la interpretación solía detenerse
para decir… “ viene la parte dramática”… “No olvidaré cuando en tu
Córdoba te ví”…. por favor, me dan 10 pesos ahora”?
Indudablemente que estas ocurrencias de “Coquito” generaban un momento inolvidable y gracioso entre sus circunstantes.
Siempre estaba “atento” al convite del vino a cambio de alguno de sus reideros cantos , pero cuando la copa no llegaba se tornaba remiso para ello.
En una ocasión, rodeado de un grupo de jóvenes en una confitería céntrica, asumió tal postura negativa.
Fue entonces cuando uno de los presentes mirando al mozo le dijo…” un vino, por favor!!!”. Inmediatamente Coquito respondió… “zamba va…”
Indudablemente que estas ocurrencias de “Coquito” generaban un momento inolvidable y gracioso entre sus circunstantes.
Siempre estaba “atento” al convite del vino a cambio de alguno de sus reideros cantos , pero cuando la copa no llegaba se tornaba remiso para ello.
En una ocasión, rodeado de un grupo de jóvenes en una confitería céntrica, asumió tal postura negativa.
Fue entonces cuando uno de los presentes mirando al mozo le dijo…” un vino, por favor!!!”. Inmediatamente Coquito respondió… “zamba va…”
Madurando carnavales
tu guitarra moja el alba
y en el remanso de tu corazón
una chacarera baila.
Y en el remanso de tu corazón
una chacarera baila.
El se sentía artista, convencido de sus “dotes” como cantor y recitador,
y hasta se animaba a juzgar a quienes se consideraban lo mismo para
animarse a juzgarlo con tono sentencioso y decirle a uno de ellos por
ejemplo… “ vos no puedes cantar, porque te falta mímica”…
Un día cualquiera de un año cualquiera, Coquito Cáceres se fue de este mundo. Muy pocos lo deben haber sabido…Un silencio envolvió su muerte. Tampoco fue noticia en los diarios…El bohemio guitarrero no obstante dejó una inolvidable impronta para sumarse a la ya extinguida lista de los personajes populares que tuvo el Santiago de ayer.
Un día cualquiera de un año cualquiera, Coquito Cáceres se fue de este mundo. Muy pocos lo deben haber sabido…Un silencio envolvió su muerte. Tampoco fue noticia en los diarios…El bohemio guitarrero no obstante dejó una inolvidable impronta para sumarse a la ya extinguida lista de los personajes populares que tuvo el Santiago de ayer.
Solito como la urpila
Coquito Cáceres canta
canta pechando la pena en su voz
de su bohemia atormentada.
Canta pechando la pena en su voz
de su bohemia atormentada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario